Monday, February 01, 2010

Una cita con la noche... #YYYmx

Pues con la novedad, mis estimados lectores, que a partir de este mes  estaré colaborando con una revista universitaria en la sección de música. El proyecto es dirigido por mi buen amigo Diego Nava (@diegos es su twitter) y se llamará "Contra Esquina". Ya esta en etapas finales de pñaneación según tengo entendido y pronto les daré el link para que puedan echarle un ojo. 


Mientras tanto aprovecho para compartirles mi primera aportación, que hace alusión al excelente concierto de los Yeah Yeah Yeahs que disfruté el miércoles pasado. Este es un rough copy y probablemente la publicación varíe, pero con más razón les comparto lo que viene directo de mi pluma.


¿A poco no es padre el tráfico en viaducto camino al Palacio de los Deportes? Ok, ok… no lo es. Lo que sí es insustituible es la sensación que provoca ir camino al concierto de una banda que te prende. Los Yeah Yeah Yeah’s se presentaron por tercera ocasión en nuestro país, una vez más en el domo de cobre, como hicieron en 2006. La vez pasada también aparté mi lugar con meses de anticipación, y tal vez estaba aún más emocionado por ser la primera vez que los iba a ver (así es, me los perdí en el salón 21 cuando nos visitaron en 2004).


Esta vez los neoyorquinos traen un sonido distinto, más electroso, más fresa, menos irreverente aunque en contra-parte mejor producido. El It’s Blitz ha sido un disco polémico y atacado por las críticas, pero nadie puede negar que la banda aún derrocha talento y energía en la mayoría de sus composiciones. Pero después de todo en un buen concierto no se trata de poner a pelear todos los discos de una agrupación, sino de tomar lo bueno de todos ellos y destilar emociones a través de los fieles seguidores que vamos a verlos.


Las luces se apagaron y en un segundo el público enloqueció. El concierto arrancó fresón y relajado. Karen O fiel a su estilo salió con una vestimenta que la hacía parecer la reina de todo lo excéntrico e incomprensible (¿cómo hace para siempre verse tan sexy?). Mientras tanto se comenzaban a escuchar las frágiles notas de piano que dan inicio a Runaway. El ambiente subía de temperatura cual boiler a punto de reventar. El trío (con un cuarto elemento invitado para esta gira) nos metió de lleno a los viejos seguidores con Phoenomena (un deleite personal), y de ahí siguieron alternando nuevos éxitos – como Heads Will Roll, Skeletons y Hysteric–, con los no tan viejos clásicos – Gold Lion, Y Control, Cheated Hearts, ustedes saben, puro rolón –.


Un poco de marihuana, mucho sudor, demasiada cerveza, y tanto ambiente que la piel se erizaba por momentos. Para la cuarta rola Karen, Brian y Nick nos habían contagiado toda su locura. Así es, ya no estábamos en el Palacio de los Deportes, eso era un manicomio. La banda cerró su primer set con Zero, mientras unos enormes globos oculares rebotaban entre el público. Nadie dejo de gritar hasta que la banda regresó para un encore absoluto: Una versión más lenta y más emocional de Maps. Los gritos frenéticos y la sensualidad de Art Star. Y la contundencia de Date with the Night como el cierre más perfecto que uno podría esperar. El Palacio fue una pista de baile de otro planeta por un rato. Después todo termino, y la realidad parecía más gris que de costumbre. Viaducto estaba cerrado por obras y el regreso fue lento. Gracias a la tecnología por los auto-estéreos y a los Yeah‘s por su adictiva vibra.


Algunas cosas que tuve que pasar por alto por razones de espacio: La banda abridora fue Le Bucherettes. La odié en grande. La voz tiene mucho potencial, pero si supieran tocar más de 3 acordes de guitarra y no abusaran de golpear la batería como piñata, tal vez sonarían interesantes. En cuanto a los yeahs, debo decir que hubo más energía en 2006, pero me la pasé mejor esta vez. Quizás tuvo que ver con la compañía de mi hermano Ricardo, Sagra, Fernanda y mi novia Luz Elena. Faltaron varias rolas para hacerme completamente feliz: Turn into, Bang y Down Boy las principales. Pero en general, fue un concierto que disfruté como enano, perdí piso y olvidé al mundo por un rato que es lo que vale la pena.

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