Monday, March 14, 2005

León-disea

(Este post forma parte de una secuencia que comienza en "Crónica de una ida y una vuelta")

Vale la pena comentar el origen de este viaje de manera breve. El gran caballero de mundo José Antonio Salum (Giuseppe, el pianista, el libanés, el de los ojos de depravado, etc.) cumplió sus 19 primaveras el pasado miércoles 9 de marzo. Como buena pesona que es, decidió ir a León, Guanajuato, este fin de semana a visitar familiares suyos en esta especial ocasión. Pues el pianista ideó este viaje hace ya un par de semanas, y sin embargo fue hasta el viernes que lo concretó e invitó a su buen amigo Mac a hacerle compañía. Sin algo mejor que hacer y como un favor a su amigo el Mac accedió (¿quién podría rechazar la invitación?). En menos de 12 horas se pasó de la propuesta a la acción, y en la mañana del sábado el mac pidió permiso y los limitados recursos económicos de los que disponía.

Basta resumir que salimos de la ciudad de México a eso de las 12:45 del día, y por supuesto, como suele pasar en los viajes con tan poca planeación a la mitad del camino nos dimos cuenta de los multiples olvidos que habíamos tenido. Pero mucho peor que los olvidos era el estado de nuestros recursos económicos tan terriblemente mermado. Haciendo cuentas hoy, no entiendo como sobrevivimos. No podría dar una cifra específica, pero si sé que eran menos de $1000 para casetas, gasolina, hospedaje y esparcimiento (y tuvimos de todo, aunque en extravagantes condiciones).

Pues bien, el cruce de la ciudad para salir hacia queretaro no fue muy terrible, y en menos de una hora estabamos ya encaminados en la autopista más rápida de México. $55 pesos cobraba la caseta. Giuseppe me comentó "Pues no esta tan ojete, yo pongo lo de ida y tú lo de regreso". Accedí, y en un rato ibamos inmersos en música y breves (o no tan breves) sesiones de plática. Como era de esperarse de tan inconcientes y poco previsores viajantes, ninguno había desayunado en su casa, por lo que decidimos parar en el primer lugar donde vendieran barbacoa sobre la autopista. Más tardaba yo, o José en advertir que había un lugarcillo en el borde de la carretera que lo que el coche tardaba en pasarlo y dejarlo atrás. "Wey no m*mes ya se nos pasó otro, van cuatro" comenté algo frustrado. "Equis wey, adelante hay otro" respondió el que fungía en ese momento como chofer y guía del viaje, misma aclaración con la que había respondido las 3 veces anteriores.

Por fin uno de estos lugarcitos se le ocurrió algo verdaderamente inteligente en una carretera en la que la media de velocidad oscila entre los 130 y los 150 km/h: poner un p*nche letrero de "Barbacoa a 1 km". Llegamos al lugar y a la vista estaba algo fresa, pero supusimos que una barbacoa de carretera por fresa que fuera no iba a exceder nuestros pauperrimos estándares económicos. "¿A cuanto está el medio kilo de barbacoa?", preguntamos expectantes, "170 pesos"... de haber contestado lo que pensé en ese momento nos hubieran corrido a patadas del lugar por irrespetuosos, ahora he llegado a entender que ESO HUBIERA SIDO LO MEJOR. La tensión monetaria no estaba aún encima de nosotros y accedimos a pagar tan ridiculo precio. La barbacoa no pasaba de "buena", pero muy sobrevaluada. Sobraron unos 100 gramos de barbacoa que pensabamos usar como cena (si, asi de rotos estabamos). Los guardamos en el coche y nos pusimos nuevamente en marcha, no sin antes pedir indicaciones, para que el dueño del lugar nos dijera "¿por la libre?, uy no, ¡estan locos!".

Durante la siguiente media hora no hubo mucho que contar, excepto la intervención en el viaje de un ejambre suicida de insectos que nunca sabremos que eran, pues cuando se estrellaron de manera aparatosa en el parabrisas del coche no quedó nada de ellos más que decenas de manchas amarillentas de fluidos de insecto. Yo sé que es normal matar unos cuantos insectos en la autopista, pero estos fueron unos 3o en cuestión de una centésima de segundo. Después del siucidio masivo de los insectos voladores no identificados llegamos a una inesperada segunda caseta que amenazaba con disminuir aún más nuestro capital: $58 terribles pesos, podrían parecer intrascendentes, pero ya verán luego que tan intrascendentes eran. "Wey, creo que de regreso vamos a tomar todo por la libre" sentenció el conductor ante un copiloto que tampoco sabía en lo que esa aseveración los metía. Llegamos a la ciudad de Querétaro.

De Querétaro fuimos hacia Celaya, y de Celaya tomamos hacia León. El sistema de carreteras públicas de la zona es bastante bueno, debo decir (a pesar de los malos augurios del dueño de la barbacoa fresa), pero los malditos señalamientos sobre las distancias son verdaderamente frustrantes: Saliendo de celaya vimos uno que decía León 70, Guanajuato 58. El siguiente, con unos 5 kilómetros de diferencia, dictaba que la distancia a León se había acortado en 10 km, mientras que a Guanajuato se había INCREMENTADO 1 km (León 60, Guanajuato 59). Unos 3 kilómetros después, la distancia León concordaba con nuestra percepción (57 km), pero a Guanajuato se había acortado a sólo 46 km. El exceso fue cuando vimos uno que decía León 50, Guanajuato 49, y 15 kilómetros después otro repetía exactamente las mismas cifras. Otras cosas curiosas sobre la carretera es la multitud de expendios de cualquier cosa que se llamaban "Si aqui es"... ¿aqui es qué?, y es más, en primer lugar, ¿quién preguntó?. También curioso era un CRIT del Teletón que estaba estúpidamente postrado junto a una feria estatal con toda clase de juegos a los que un niño del teletón nunca se va a poder subir. En fin.

Durante nuestro trayecto el taliban (o libanés, o lo que sea, es lo mismo) llamó a su familia para preguntar cuales eran los planes, y al ver que no había nada planeado sino hasta el domingo, en concenso con el copiloto, tomó la decisión de ir a la ciudad de Guanajuato a pasar la noche, para trasladarnos hasta el domingo a León. Llegamos a Guanajuato, y después de multiples de esos vistosos túneles llegamos a las afueras de lo que es el centro de la ciudad. ¡Pasamos más de media hora buscando estacionamiento!, negocio que definitivamente sería muy rentable en una ciudad así. Estacionamos el coche y nos dimos a la tarea de buscar un lugar para quedarnos. Con nuestras reservas monetarias no aspirabamos más que a uno de esos famosos hostales en los que uno comparte habitación, baño, etc. con varios turistas igual de rotos. Llegamos al primer hostal, el lugar estaba decente (no esperabamos un hotel 5 estrellas), el costo era de $100 la noche por persona. Contamos el dinero y nos dimos cuenta de que teníamos sólo $580 aprox. tomando en cuenta el gasto de gasolina que calculabamos en $250, apenas nos quedaría para rentar la habitación y no alcanzaría para las dos casetas de Querétaro. A fin de cuentas el rastudo malviajado que estaba en la esclera del lugar no nos había dado buena espina... "mejor dormimos en el coche ¿no wey?"... ¡SI! ¡Así de rotos estabamos! Cambiamos el coche de lugar, y lo llevamos a un mirador dónde podríamos estacionarlo durante toda la noche.

Pues teníamos poco menos de $200 para gastar en la noche en Guanajuato y que nos sobraran los $120 exactos para las casetas. Bajamos al centro con un considerable desgaste físico, pero ayudaba el hecho de que sólo eran bajadas. Lo primero es lo primero, y lo primero para José era su terrible necesidad de descargar el Boing que se había echado en el camino. De la manera más gañana se metió a una cafetería y haciendo un rápido show de cliente entró al baño, y salió como si hablará con alguien diceiendole a gritos que lo estaba esperando el la cafetería de la esquina de la plaza. Y si lo primero es lo primero, para el mac lo primero era que los pumas estaban disputando su partido en Sinaloa, por lo que en punto de las 8 fuimos a un café a ver la segunda parte del partido. No haré comentarios inncecesarios sobre el partido, mejor para eso lean "clásico, clásico, casiquísimo", sólo hare comentarios sobre los meseros homosexuales que nos atendieron. Entre la cara de mayates que se cargaban y el hecho de que se echaban ojitos a cada rato, el lugar se tornaba un tanto incómodo.

Después de los 45 minutos de sufrimiento el pianista y yo nos dedicamos a vagar por los callejones del centro de esta vistosa ciudad colonial para buscar un lugar donde gastar nuestras miserias en un buen rato y una sana dosis de alcohol (demasiado sana a causa del bajo presupuesto). El frío arreció y decidimos dar una vuelta a nuestra suite presidencial y tomar nuestros suéteres. Si la bajada implicó un esfuerzo considerable, la subida fue una completa mentada de madre en toda su extensión. Acabamos faltos de oxígeno y sentados en una jardinera durante un rato. Bajamos de nuevo y seguimos vagando. Los bares no eran abundantes, pero si eran unos cuantos, lo terrible era que todos estaban más vacíos que el cerebro del peje. Después de ver que en el único antro fresa de la ciudad, El Capitolio, nos pedían $50 de cover, nos dimos cuenta de que nuestro destino estaba en otro lado. José me planteó "¿Sabes? podríamos ser un poco inteligentes y menos existencialistas e irnos a dormir, y así ahorrar para irnos todo el camino por autopista"... por supuesto no lo fuimos, la idea no duró más de 5 minutos a pesar de lo interesante que sonaba... ohhhh error.

Terminamos en el Grill Bar, lo más fresa después del capitolio, la calidad del sonido dejaba mucho que desear, al grado que al salir los oídos zumbaban de manera más estridente de lo normal. No hubo gran cosa adentro excepto un par de chelas y el obligado ligue de josé a alguna niña anoréxica de la comunidad, sí, así como le gustan.

Salimos del antrillo a eso de las 2:30, subimos al hostal improvisado con nuestros últimos alientos, nos sentamos y en medio de un clima helado echamos la charla un rato para dormirnos a eso de las 3:30. Mis despertadas fueron múltiples, me imagino que al igual que las del Salum, y fue muy curioso cuando me levanté a eso de las 6:45 por el frío infame, y cerre los ojos para que instantes después dsespertará exaltado porque me estaba ahogando en calor; por supuesto lo que yo sentí como instantes habían sido en realidad casi 3 horas y media y el sol ya no bañaba con mucha fuerza.

Decidimos ponernos en camino a León y sólo hicimos una parada en un mirador.... aunque la vista no era precisamente espléndida, nuestro propósito era diferente, no abundaré. Llegamos a León y nos impactamos al ver un edifició de más de 8 pisos... era el único que sobrepasaba los 3. Evidentemente nuestro "cuarto de hotel" no contaba con los servicios básicos, así que nos dimos a la poco elegante acción de usar las instalaciones del Sanborn's de León como baño. Más evidente aún que no habían regaderas, ni pensaríamos en usarlas de haber sido el caso; un regaderazo era un lujo fuera de nuestro alcance.

Después de nuestra parada en el territorio de Carlos Slim fuimos hacia la casa de la familia Salum. No voy a decir mucho respecto a este episodio excepto un par de detalles. Basta con resumir que la familia de José es en extremo amable y abierta, además de muy unida; a pesar de ser el único colado me sentí bastante cómodo ahí. El highlight de la tarde fue una ferrea lucha que sostuvimos el libanes y yo con un papalote en forma de dragón. Después de una hora tratando de elevarlo aceptamos nuestra derrota y dejamos el pasatiempo de volar papalotes, por lo menos en mi caso, de por vida. Vi el segundo tiempo de un memorable clásico en la sala de los Salum (de nuevo, vean "clásico, clásico, clasiquísimo" para más detalles) y al terminar el partido el cielo ya se teñía de un color azul parduzco y nos negaba el favor de la luz para nuestro regreso. Nos despedimos y agradecimos las atenciones de la familia del Giuseppe para comenzar una tétrica aventura "por la libre"...

1 comment:

Yalira Machado Montejo said...

jajajaja...me ha divertido muchisimo tu historia, no he hecho mas que reir....es real o solo una buena historia???? a proposito...escribes muy bien.